"Tuve la fortuna de escuchar a la pianista Martha Argerich este año en el Festival de Música de Bervier. Interpretó el conocido concierto en la menor para piano y orquesta de Robert Schumann. Aunque había oído la obra en diferentes versiones, ese día, conmovido, pensé que era la mejor interpretación que había escuchado jamás. Y que nunca la volvería a oír así.
No soy exactamente, como tú sabes, un erudito musical. No estoy haciendo ningún juicio de valor. Creo recordar que Claudio Arrau o Wilhelm Kempf, entre otros, lo han interpretado. O un desconocido pianista local en la sala de conciertos de mi Coimbra natal cuando yo era pequeño, en una mañana que tampoco he olvidado. No sé hacer juicios estrictamente musicales. Pero esa noche sentí que nunca lo iba a volver a oír .
Fue en cualquier caso una interpretación memorable. Y durante la misma me sorprendí repitiendo una frase que acudía una y otra vez a mi mente: "Europa se muere". No me lo preguntes. El concierto se repetía en el Festival y yo decía de nuevo: Europa se muere.
No hay definiciones esta vez. No las hay según el tradicional esquema de la metafísica del verbo "ser". Pero me gustaría anotarte las mías, a raíz del mismo.
Esta música es un salón de baile en la Baja Sajonia. No he estado nunca en él. Pero conozco perfectamente la sala, las lámparas de cristal sobre la tarima de madera y las mesas con manteles blancos. El salón está repleto de gente que baila a pesar de todo. Fuera es de noche y un viento helado bate los soportales de la ciudad, ya cerrados.
Esta música nombra la retirada de las tropas otomanas frente a Viena.
Es un café en la ciudad alemana de Essen adonde entré una tarde incierta; el aroma a hojaldre, el humo del café y la cofia negra de las camareras, que atendían en silencio.
Un palacio barroco en Salzburgo, cerrado frente a la lluvia y la oscuridad.
Esta música es una conversación mantenida en un estudio de París en el distrito XV, hace ya tantos años. Era otoño también.
Un paseo por las calles de Chartres, la nieve y las luces, una noche de invierno a la salida de la catedral.
Esta música es la sensación de lo que termina. Y a pesar de ello tiene lugar la música, el concierto.
No me preguntes por el significado de "ser" en esta ocasión. Tú y yo ya hemos hablado en otras ocasiones de ello. Sólo quería apuntarte unas definiciones esta vez - que no saben nada de la identidad.
Regreso estos días a Guarda. Está lloviendo sin parar. No voy a volver a escuchar el concierto".
- de Antonio Andrada Cartas del autor ( en Poemas completos) ed. Castelo Rodrigo, Guarda, 1996.
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