martes, 7 de enero de 2014

El viaje a París. II



Charlie Parker nunca regresaría a París después de aquel primer -y único- viaje.

Fue en la primavera de 1949. Bird, junto a un nutrido elenco de músicos, había sido invitado al Festival Internacional de Jazz que iba a celebrarse en la Salle Pleyel de la capital francesa. Las crónicas de la época hablan de la expectación con la que en la ciudad de posguerra era esperado el nuevo estilo -el bebop, término que Parker siempre rechazó- tras una primera actuación de la banda de Dizzy Gillespie el año anterior.

Charlie Parker junto con su grupo - en el que figuraban, entre otros, Tommy Potter y Max Roach - actuaría durante la primera semana de mayo en la célebre Salle Pleyel. Pero también en otros lugares de la capital (Al Haig hablaría "de la Universidad, o de un colegio así" ) o en alguna jam session en los cabarets del Left Side - en expresión de Kenny Durham - en la que tocaron con Miles Davis, Sidney Bechet, Don Byas o Bill Coleman. Mientras tanto habían efectuado una breve gira que les llevó a algún concierto en Roubaix o Marsella. Para finalizar en el Club Saint Germain - en donde Charlie Parker realizó su famosa no-entrevista con el crítico Steve Race, en la que a todas las preguntas respondió recitando poemas de Omar Kayam.

Junto con alguna de las más célebres creaciones del músico de Kansas City - Koo Koo , Wee o Salt peanuts, cuyos solos de saxo alto habían asombrado a los anteriores degustadores del swing - figuraba, desde luego, el clásico de Vernon Duke April in Paris, cuya letra en la versión de Ella Fitzgerald afirmaba que:

April in Paris
Chesnuts in blosssom
Holiday under the trees
April in Paris
this is the feeling
No one can ever reprise

Era una imagen en cierto modo ya clásica, modélica, de un Paris que había quedado fijado en el imaginario de los USA como una fotografía fija - la que recogería por ejemplo en 1951 la película Un americano en Paris de Vincent Minelli. Pero era también el lugar, inevitable, en el que el frustrado escritor Harry Street recordaría sus amores fatales con la fatal Ava Gardner (Cinthia en la película), el escenario bohemio y terminal de su nostalgia -y los amores y la literatura perdidos -  en la adaptación que en 1952 Henry King realiza de The Snows of Kilimanjaro, el conocido relato de Ernest Hemingway.

Pero París surgía de una larga ocupación alemana, y de una no menos gris posguerra. En 1930 Francis Scott Fitzgerald - quién si no - había publicado su extenso "Return to Babylon", una memorable narración sobre un París cuya mejor época había finalizado con la crisis del 29. Y cuyos personajes, marginales, vagan después por calles y cafés, y por el bar del Ritz, en un sórdido remedo de los gestos de otros días - irremisiblemente perdidos, y cuya repetición se convertía en una triste, mecánica caricatura de aquellos felices años de entreguerras. Scott Fitzgerald sabía de qué hablaba - de qué otra cosa escribió, si no, durante toda su melancólica narrativa. Pero lo debía saber también, bien que quizás inconscientemente, el traductor al español de Moveable Feast, la novela autobiográfica de Hemingway - publicada póstumamente en 1964 - que tituló como París era una fiesta. Cabecera que, si no fidedigna, de alguna forma hacía justicia - poética, o sea, arbitraria - al contenido de una evocación en donde el novelista podía expresar que en aquellos días eran "muy pobres, pero muy felices".

Ya en 1929 el escritor, hablando de Kiki de Montparnasse, había anunciado el fin de aquella época. Y de aquel lugar.

"Escribo estas líneas en 1929, y en la actualidad, Kiki es un monumento erigido a sí misma y a una época de Montparnasse (...) que la publicación de esta obra ha sellado y cerrado... Después de que, en el periodo de un año, Kiki se hiciera un monumento , y Montparnasse se enriqueciera y se volviera próspero, y bien iluminado, y bailado, molido y exprimido (...) y después de que se empezara a vender caviar en el Dôme (...) esta época había acabado".




Los reportajes sobre la estancia de Charlie Parker en París poseen algo del aire de la imagen fija y reconocible en que la ciudad se había transformado. En ellos se nos habla de un cocktail en el "Pavillion de l´Elisee", de fiestas en el Left Bank, o de como Charlie Parker aprendió a exclamar "GarÇon, champagne", frase que por cierto pasó toda una noche repitiendo, jovialmente, en el hotel donde se alojaban. Alguna crónica habló del beneplácito con que "los intelectuales, incluido Jean Paul Sartre" acogieron a los revolucionarios, acelerados e improvisadores jazzistas del bebop - otorgando así una suerte de reconocimiento que, en París todavía, pasaba por la aceptación intelectual.

Sidney Bechet, el otro gran nombre del festival - Miles Davis era todavía una incógnita - quedó tan encantado del recibimiento y la aureola europea con que en la ciudad se trataba a los músicos que de hecho se quedó en París, convirtiéndose con el tiempo en una especie de referencia prestigiosa y aceptada de aquella música, un tanto salvaje, que venía del otro lado del mar.

Charlie Parker no. Él regresó enseguida a los Estados Unidos - había de realizar un único viaje posterior, a Suecia, un año más tarde. Pero independientemente de algunas grabaciones históricas, el problema del consumo de heroína se había agudizado entre tanto, convirtiéndose de hecho en una de las principales preocupaciones de sus giras, incluida la escandinava. Y de la vida en NY.

En los Estados Unidos no existía el ambiente de celebración reverencial - e intelectual - que había
caracterizado la breve gira europea. Los últimos años del músico constituyen un confuso y a veces ininteligible repertorio de frustraciones, actuaciones clausuradas y dependencias crecientes. Junto a ellas, algún concierto memorable todavía.

Las fechas, los lugares se confunden. Junto a alguna actuación en el Birdland, el célebre local de la calle Cincuenta y Dos bautizado así en su nombre, seguía la noticia de que en otra ocasión fue expulsado del club. Junto a una histórica actuación en el Savoy aparece la relación de su estancia en el East Village, en donde al parecer Parker actuaba con orquestas ocasionales, en locales marginales y en actuaciones casi clandestinas.

Entre las crónicas de la época, una - de tono casi judicial - nos cuenta que "In 1951 was arrested for heroin posesion and had his cabaret card revoked, which meant he could not perform in New York clubs.

By the time he got the card back a year later, his reputation was so damaged that club owners still refused to let him play".

La periodista Maely Daniele, antigua manager del músico, refiere en otro lugar la visita nocturna de Parker a su apartamento en el Village, en su último año, en una buena descripción de lo que en las biografías de Bird se convierte en esos capítulos últimos en un vago caos, una suma de lugares y conciertos, y barrios y separaciones, y locales y orquestas de baile, y vagabundeos sin rumbo.

Era la típica historia nocturna de alguien que quiere desahogarse. La conversación de Charlie giraba en torno a lo denigrante que era tener el mono y andar por ahí buscando droga y dinero. (...) También habló de los poemas que escribía e incluso hizo la broma que visitaba a la gente de noche para recitárselos. Dijo que las mujeres que eran lo bastante inteligentes como para guardar los poemas reconocían su valor. (...) En esa época tocaba en varios garitos por cuatro chavos la noche, con grupos de circunstancias y sin ninguna publicidad. Estaba gordo y demacrado. (...) Nos resumió la historia de su hija Pree. ¿Qué podíamos hacer? No teníamos ni droga ni dinero. Le escuchábamos.



(W. Gottlieb   52nd st )


En cierto momento Parker había recobrado la licencia para actuar en Nueva York. La grabación de algún disco, como por ejemplo uno con temas de Cole Porter, había sido un fiasco. Algún crítico habló entonces de varios conciertos deleznables.

Junto a ello aparece todavía alguna grabación histórica, como la que habría de realizar el 15 de mayo de 1953, en el célebre Massey Hall de Toronto.

La narración del concierto tiene todavía algo de legendario, y existen varias versiones sobre el mismo. Básicamente la historia cuenta que el irrepetible grupo formado por Buddy Powell, Max Roach, Charles Mingus, Dizzy Gillespie y Charles Parker realizó una actuación memorable - a pesar de coincidir con el combate de boxeo entre Rocky Marciano y Jersey Joe Walcott, que restó bastante público al teatro - en el que la actuación del quinteto, que interpretó los clásicos  Perdido, Salt Peanuts, All the Things You Are, Hot House o A Night in Tunisia , fue subiendo de grado. Hasta que con los últimos solos de Parker alguien llegó a comentar que esa noche había convertido a Gillespie en un buen músico. Pero que el genio había soplado únicamente en Bird. Y en su saxo de plástico.

Entre las leyendas que rodearon la actuación figuraba principalmente la de que Parker se había presentado en Toronto sin su saxofón habitual, empeñado por alguna necesidad perentoria. Y que en una casa de préstamos de la ciudad sólo había podido conseguir uno alto de plástico, con el que apareció en la sala. Para protagonizar la noche que alguien, más tarde, tituló como "El día en que Charlie Parker oscureció a Dizzy Gillespie".

(Otra versión de la leyenda habla de las malas relaciones entre los dos. Que Gillespie abandonó el concierto a la mitad para ver el final del famoso combate en la cafetería del teatro - que por cierto ganó Marciano por K.O. Que esa noche el magnífico pianista Bud Powell apareció en la sala completamente borracho, después de haber pasado unos meses de desintoxicación en un establecimiento neoyorquino. La versión oficiosa habló más tarde del uso frecuente por parte de Charlie Parker de un saxo Graffon de plástico en conciertos en el club Birdland, entre otros. También califica de falsedad el estado alcohólico de Powell - que protagonizó, como tantas veces una actuación memorable - con el sencillo argumento de que tras su estancia en una clínica éste "no podía beber", argumento irrefutable como todo el mundo sabe).

Charles Mingus recogió el concierto y lo publicó, tiempo después, con el título de Jazz at Massey Hall. En el álbum Parker, por problemas con el sindicato, aparece con el nombre de Charlie Chan, el famoso detective, detrás del que todo el mundo adivinaba la presencia de Bird.

El músico había afirmado en algún momento que no quería de ninguna manera volver a Kansas City, su ciudad natal, y que Nueva York era ahora "todo el mundo". Allí falleció, el 12 de marzo  de 1955, en el apartamento que la baronesa Nico Pannonica de Koenigswarter mantenía en el Hotel Stanhope. En un primer momento la prensa destacó más el hecho vagamente escandaloso de que hubiera fallecido en la vivienda de la excéntrica aristócrata - que más tarde mantuvo una larga relación con Thelonius Monk - que cualquier comentario sobre la temprana desaparición del músico y su inspirada obra. En el Greenwich Village, a los dos días, apareció una pintada con el lema Bird Lives.

"Esto lo estoy tocando mañana", repite Johnny Carter, trasunto del propio Bird, en el relato El perseguidor, que sobre su figura - y también sobre Johnny Hodges y Benny Carter - publicara en 1959 el escritor Julio Cortázar. En una narración, que, también ella, aparecía tocada constantemente por ese soplo de la inspiración  que D.H. Lawrence atribuía al artista cuando definía a éste como

Not I, not I, but the wind blows through me

En el relato de Cortázar la figura de Charlie Parker se sitúa en París. Su vagabundeo, sus iluminaciones y su atisbo balbuceante de algo que apenas alcanzaba a comprender -"La música me sacaba del tiempo. Aunque no es más que una manera de decirlo" - antes de su posterior regreso a Nueva York. Ese escenario, París, era lógico en el escritor argentino, que también había conocido su lugar en el mundo.






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