domingo, 24 de julio de 2011

El dios abandona a Antonio




Uno siempre había pensado que la traducción del poema de Kavafis hecha por José María Álvarez en la edición de "Poesías completas" de Hiperión había sido la primera, y era la buena.

Así la habiamos leído siempre.

Cuando de pronto a media noche oigas
pasar una invisible compañía
con admirables músicas y voces -
no lamentes tu suerte, tus obras
fracasadas, la ilusiones
de una vida que llorarías en vano.
Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente,
saluda, saluda a Alejandría que se aleja.
Y sobre todo no te engañes, nunca digas
que es un sueño, que tus oídos te confunden;
a tan vana esperanza no desciendas.
Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente,
como quien digno ha sido de tal ciudad,
acércate a la ventana con firmeza,
escucha con emoción, mas nunca
con lamentos y quejas de cobarde,
goza por vez final los sones,
la música exquisita de esa tropa divina,
y despide, despide a Alejandría que así pierdes.


Releyendo luego a E.M. Forster, su guía clásica "Alejandría", descubres que no, que habíamos leído el poema anteriormente. Lawrence Durrell lo había incluido, como un apéndice final, en la primera edición de su novela "Justine", y aunque no lo recordemos muy bien, ese debió de ser nuestro primer acceso al poema. Y a Kavafis, crees adivinar.

La edición de Durrell era una traducción al inglés de "Los dioses abandonan a Antonio". Que a su vez fue vertida al español por Aurora Bernárdez, traductora del "Cuarteto". Cuando volví a consultar el poema no lo reconocí y además me pareció retórico e impreciso. En algún lugar de las traducciones - del griego al inglés y de éste al español - se había  producido la traición.

Luego, recuerdas, habían aparecido más versiones. La de Bádenas de la Peña; la de Alfonso Silván, la de Ramón Irigoyen, la de un profesor chileno. O la última, en Visor, de Anna Pothitou y Rafael Herrera. Todas estaban vertidas directamente del griego, mientras que el poeta José María Álvarez había creado la suya a partir de la traducción inglesa.

Además ni siquiera era la primera. Contemporánea a la de Hiperion era la de Bádenas en Alianza, en 1983. Y eso sin contar con la clásica de Carles Riba al catalán, del año 1962 - entre otras varias que se citan, como la de José Ángel Valente- que dio lugar a una exquisita melodía, como en los versos:

"Quan surts per fer el viatge cap a Itaca,
has de pregar que el cami sigui llarg,
ple de aventures, ple de coneixences.
Els Lestrigons i els Cíclops,
l´aïrat Posidó no te n´esfereixis (...)

Has de pregar que el cami sigui llarg.
Que siguin moltes les matinades d´estiu
que, amb quina delectança, amb quina joia!
entraras en un port que els teus ulls ignoraven; (...)".

Sólo la melodía de una traducción al francés, muy anterior, de Marguerite Yourcenar, podía compararse. Como en "Les dieux disertent Antoine", que finalizaba en un "...et salue-la, cette Alexandrie que tu perds".

Así que, desde el punto de vista de la filología, o de la edición, todo era un poco falso. En algunas ocasiones se había aludido, y se repitió luego la cita, a las traducciones de J. M. Álvarez como ejemplo de arbitrariedad.

Alguna vez entonces consultaste otras. Leíste varias para el poema "La ciudad", para un trabajo que estabas preparando; para el mismo poema de "El dios..." que certeramente había elaborado Kavafis a partir de la "Vida de Antonio" de Plutarco. (En donde por cierto las interpretaciones eran un tanto confusas. Se dirigía el cortejo, con sones y bailes, a las tropas de Augusto; o era una música destinada al propio Antonio... O, en la interpretación más enigmática, nadie sabía en realidad de dónde surgía la música de Dionisos, que abandonaba así la ciudad...

El texto original de Plutarco decía que

"...en aquella noche, la última, cuando la ciudad de Alejandría estaba en el mayor silencio y consternación con el temor y esperanza de lo que iba a ocurrir, se oyeron gradualmente los acordados ecos de instrumentos y griterío de una gran muchedumbre, con cantos y bailes satíricos, como si pasara una inquieta turba de Bacantes. Esta turba pasó como del centro de la ciudad hacia la puerta por donde se iba al campo enemigo y, saliendo por ella, se desvaneció aquel tumulto feliz, que había sido muy grande.  A los que dan valor a estas cosas, les pareció que el dios abandonaba a Antonio,  aquel dios al cual siempre hizo ostentación de parecerse y en quien particularmente confiaba").

Pero de todas las traducciones las que eran falsas al final eran las otras versiones. Al final siempre volvías a la primera lectura - que ni era la primera, ni era, al parecer, la más fidedigna.

Qué le vamos a hacer, si no podías leer a Kavafis en griego, y la verdadera traducción, aunque no sea ni verdadera ni traducción al parecer, siga siendo la de José María Álvarez.


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