miércoles, 10 de junio de 2015

la obra del poeta Toshei





( - Filiberto Menna , "Sull l´opera del poeta Toshei ".   Editado originalmente en Arts &Crafts  nº 22 , Milano, febrero 2012.      La traducción es nuestra ).


No fue sino muchos años después que Antonio Andrada encontró aquellas notas del japonés Ishida Toshei.

Las notas, comentaría entonces, constituían una suerte de texto clave en la estética de la desaparición dentro del arte conceptual de los años 80.

Figuraban en el oscuro catálogo sobre la correspondencia que en algún momento habían mantenido el poeta Toshei y la escultora Luisa Lawler tiempo atrás en Italia. Aquella época había sido olvidada, finalmente, y el profesor Andrada sólo había encontrado algunas referencias sobre la escultura conceptual de los 90, movimiento del que se sabía Toshei se había ocupado alguna vez. Pero del que no había dejado sino algún artículo disperso, olvidado en el conjunto de su obra crítica más tarde.

La historia posterior es sobradamente conocida y ha sido recogida en numerosas publicaciones. En 1998 el poeta Toshei edita un voluminoso ensayo, titulado sorprendentemente "La literatura japonesa en Ávila", en el que defendía, con exhaustivas notas y prolijas referencias, la existencia de una corriente oculta del "tanka" en la provincia de Ávila, tendencia que habría dado lugar a una obra minuciosa e inadvertida hasta entonces. Pero que no por ello habría dejado de ejercer una secreta influencia sobre la áspera y fría provincia castellana.

Los detalles de la polémica han sido repetidos y no los vamos a enumerar aquí. Baste recordar que la aparición de la obra suscitó una vaga perplejidad al principio y el rechazo más abierto en un segundo momento, con refutaciones indignadas en los medios locales. Entre los artículos de la historiografía provincial recordamos la edición un año más tarde de un profuso mamotreto, auspiciado por la Sociedad Republicana del Barco de Ávila, intitulado "Contra el supuesto Oriente en la sierra de Gredos", volumen farragoso en el que alguien advirtió - no sin cierta propiedad - de la influencia masónica en la provincia.

Toshei, que, después de su estancia italiana y de unas agitadas temporadas en los medios culturales madrileños, había residido todos esos años en la sierra de Gredos, había retornado al mundo de la publicación con su sorprendente ensayo. Era su inesperado regreso al mundo editorial tras una estancia en pueblos minúsculos y bibliotecas remotas de la sierra, que a alguno le hizo pensar en un apartamiento definitivo de la vida literaria.

Aquel año, como varios recordarán, Toshei conoció una suerte de renacimiento crítico. O por lo menos mundano. Dio algunas conferencias en librerías de provincias y museos locales, y su presencia se hizo algo menos rara en las inauguraciones y saraos que en torno al mundillo artístico tuvieron lugar en la capital. Muchos ya no le recordaban y alguno se sorprendió al serle presentado alguien que, no sin cierto rubor, pensaban había desaparecido literalmente.

Entonces se comentó - tras la relativa difusión de sus últimas colaboraciones sobre arte contemporáneo en las revistas del gremio - que Toshei, tras el largo silencio y un confuso vagabundeo por las montañas abulenses, estaba preparando la minuciosa edición de la obra que durante esos años había elaborado en el apartamiento de las aldeas castellanas. En una conversación publicada en la revista Lápiz con la editora Fania Al-Idrisi ésta comentaría que, en efecto, una tarde, aunque a regañadientes, Ishida le había confesado estar corrigiendo la edición de un volumen inédito, del que no quiso precisar otra cosa que la extensión del mismo.

El resto, de nuevo, es conocido. Invitado a dar una conferencia en la Universidad de Cuenca - donde su obra había provocado un cierto revuelo entre los estudiantes y profesores de la facultad de Bellas Artes de la ciudad - Toshei se pierde en algún lugar de su viaje y no se vuelven a tener noticias de él.

No se ha sabido nada del poeta con posterioridad a esa fecha y su nombre desaparece irremisiblemente de las publicaciones en los años siguientes.

Años después, en el curso de una investigación sobre las teorías estéticas y la crítica artística de los años 90, el profesor Antonio de Andrada encontraría las notas inscritas en la correspondencia del poeta con la escultora  Lawler - de quien algunos habían afirmado, sin más pruebas, había sido su amante en Roma - cartas que, declaró en algún lugar: "Explicaban toda la historia. El silencio del crítico, el retorno a la escritura de Toshei y su posterior desaparición".

Al parecer se trataba de una larga conversación mantenida entre ambos en la que el poeta aludía a los días de Roma, una vaga estética del zen y a la obra musical del compositor Luigi Nonno, entre otras cosas. Y a no se sabe qué suerte de promesa mantenida entre ambos interlocutores.

Todo esto lo comentaría Andrada en conversaciones mantenidas con sus editores más tarde. Poco después el teórico portugués había comenzado a escribir un largo ensayo que versaba sobre el tema de la desaparición, el minimalismo y la teoría de la transparencia. Y donde ocupaba un lugar preminente la obra - y el silencio - de Toshei. Y sus relaciones literarias y personales con la escultora vasca.

Desgraciadamente Andrada nunca publicó el anunciado libro. Preguntado en alguna ocasión posterior nunca quiso dar cuenta del mismo.

El propio Andrada se retiraría a una aldea apartada en la freguesía de Tras Os Montes, desapareciendo del mundo literario a su vez.




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