domingo, 22 de agosto de 2010

El fin de los tiempos. III



El Gran Pan ha muerto.

Cuenta Plutarco en su discurso sobre la desaparición de los oráculos de su tiempo, que en el reinado de Tiberio, encontrándose un navío, de noche, cerca de Paxis, una de las islas Echinades, del golfo de Patrás, no muy lejos de la desembocadura del río Aquelous, río toro y fecundo, en un momento de calma, cuando los tripulantes y los viajeros del barco estaban dormidos, el capitán Thamus oyó una voz sonora, llegada de tierra, que pronunciaba su nombre varias veces.

Thamus no contestó a las primeras llamadas, pero al último preguntó:
- ¿Qué se me quiere?
- Anuncia en Palodes - contestó la voz - esta noticia: "El gran Pan ha muerto".

Los marineros y viajeros, despertados, quedaron temblando y preguntaron a Thamus:
- ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué haremos?

El capitán replicó:
- Nos entregaremos al Destino. Si al llegar a Palodes tenemos viento favorable, seguiremos nuestra marcha; si hay calma y el barco se detiene, daremos el aviso.

Comenzaron a navegar. Llegaron al sitio indicado y cesó inmediatamente el viento. Entonces el capitán Thamus avanzó en la proa de su barco y dirigiéndose a la costa incierta, envuelta en las sombras, gritó con voz tronante:

- ¡El Gran Pan ha muerto!

No había acabado de decirlo cuando se estremeció la tierra y el mar y se oyeron de todas partes gritos, voces extrañas, lamentos y gemidos.

El capitán Thamus repitió:

- ¡El Gran Pan ha muerto!

Y volvieron los lamentos y las quejas.



- Pío Baroja     El laberinto de las sirenas.



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