domingo, 15 de enero de 2012

El cazador negro. Eiztari-Beltza.


La tradición la recoge, entre otros, el escritor alavés Ladislao de Azcona, hacia 1879.

Relata este autor:

"Cuando en tempestuosa noche de invierno, recogida la familia junto al hogar, en tanto la lluvia se desprende a torrentes y el viento huracanado produce siniestros rumores, si una violenta racha llega con estrépito, y al pasar como un torbellino hace temblar el viejo caserío, las mujeres y los niños murmuran: !Abade chacurra¡

La tradición Abade chacurra (los perros del abad o cura) no es peculiar de una comarca sola del país, si bien modificado a veces el nombre y la fábula.

Un abad o sacerdote, grandemente aficionado a caza, se hallaba celebrando misa a la sazón que una liebre acierta a pasar inmediata a aquellos sitios. Los perros del abad, al sentirla, salen tras ella, dando grandes ladridos, y éste, dejando el Santo y Altísimo Sacrificio, abandona el templo y se apresura a seguir a sus perros (...)

Desde entonces y en castigo, quedó condenado a una incesante carrera en pos de sus perros, que atraviesan las selvas como un torbellino, dando grandes ladridos, sin alcanzar jamás la caza que persigue inútilmente...".

Relatos de un tiempo en que el mundo se hallaba aún encantado. La tradición, junto a un estudio de la misma, la recoge el etnólogo Julio Caro Baroja, en sus Algunos mitos españoles, que recopila textos y artículos en torno a 1941.

Pero el propio autor en el prólogo advierte: "La verdad es que se han realizado muy pocas averiguaciones folklóricas en tierras como Castilla la Vieja, Extremadura, etc., y en un plazo muy corto será ya tarde para hacerlas..." Para señalar a continuación: "Desde que apareció este libro se han perdido treinta años preciosos".


           - J. Caro Baroja    Algunos mitos españoles          Madrid, 1974.



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La leyenda, recogida en principio en las aldeas al pie del Udala, recoge la tradición del cazador errante, que encontramos en otros tantos lugares europeos. "Entre los bascos souletinos - se cita en otro lugar - es un rey llamado Salomon ...".  En el Goierri es Martin Txistu. En la segunda mitad del XVII otro autor habla del arcipreste de Leniz, el abate Martín. En Cataluña, "lo mal caçador". (Una leyenda, la del Comte Arnau , habla del "legendario noble del Ripollés quien por su maliciosa crueldad fue condenado a conducir los perros cazadores por toda la eternidad"). El historiador Juan Garmendia Larrañaga  en sus Mitos y leyendas de los vascos recoge la relación reciente de un pastor de Tolosa el cual relata cómo: "Estando en la choza o txabola con su abuelo (...) observaron a las ovejas en movimiento nervioso e inusual. Ante el cencerreo del rebaño los dos pastores se asomaron al exterior de la choza y escucharon nítidamente un silbido intermitente y el ladrido de dos perros; uno grave y otro agudo y fino, que se hacían cada vez más imperceptibles según se alejaba el cura errante en su deambular sin reposo".

Del abate Martín  advertía Caro Baroja: "Una mujer de Ataun, de la casa llamada Tellerietxe vio su sombra una noche de invierno a la luz de la luna, aunque comúnmente se cree que no se le puede ver directamente, según refiere Barandiarán".

"Le chasseur noir" en el departamento de la Cote d´Or, cerca del castillo de Entre-Deux-Monts. Cerca se halla "Monsieur de la Foret", el cual se le apareció a Enrique IV en 1598. Hellequin en Normandía. Manihennequin en Los Vosgos. En Alemania perdura otra versión, la del cazador maldito Helljäger ... ". Los árabes, nos recuerda J.E. Cirlot, identifican ese viento - el viento aullador -, el cazador y la muerte".

(En 1883 César Franck había estrenado el poema sinfónico "Le chasseur maudit", inspirado en la balada Der wilde Jäger del poeta alemán Gottfried August Burger. En ella se recogía la leyenda de un conde del Rhin que se atrevió a salir de caza un domingo por la mañana, quebrando el toque de las campanas, que le llamaban a oración, con el sonido de las trompas de caza. Años después, en 1903, W.B. Yeats recogería la leyenda de la cacería salvaje en su The Celtic Twilight - entre otras tradiciones irlandesas.)

Figuras del cazador errante, del viajero sin descanso... Cómo no recordar al arquetipo de los mismos, el judío Ahasverus.

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