Anales de Autores Raros de la Biblioteca Histórica.
Instituto de Estudios Orientales de Coimbra.
Un apócrifo
“Cargado de optimismo contemplo el futuro. Mis obras serán celebradas al final. Terminaré la crónica del reino de K´iang y seré reconocido por ello. Mis poemas conseguirán la aprobación de la Corte Imperial; podré codearme entonces con los que ahora rodean al Emperador. El editor real publicará mis obras y éstas se sucederán, pleno el caudal de mi inventiva.
Hasta ahora no he conseguido terminar ninguna. Mis versos reposan en cajones polvorientos. Nadie accedió nunca a publicarlos. Comencé hace muchas lunas a redactar una historia del Reino, pero diversas distracciones me han impedido continuar. Otros manuscritos duermen en mi humilde vivienda, también inacabados. Hasta ahora no he conseguido finalizar ninguno.
Pero hoy contemplo el futuro con un intachable optimismo. He tomado el té de la tarde y éste fue bueno. Su calor me ha reconfortado”.
- - Yu-Po, poeta japonés del s. XVIII .
Han- Li
“Esmerado Han-Yu, más claro que la luna nueva. Te envíe unos versos que el amor me dictó. Semanas dediqué a su composición. La noche en Kyoto me acompañaba, y nunca comencé a elaborarlos sin haber celebrado antes la ceremonia del té, que da claridad y purifica al que en ella se sumerge. Inmaculadas fueron las plumas, intachable el papel de arroz en el que los compuse. Mis vestidos eran los de los antepasados, mi corazón un cristal limpio como las hojas del té.
Ahora me entero de que tú a tu vez se los has enviado al joven Wan-Li, el protegido de la corte, como tuyos. Maldito seas mil veces, Hang Yu.”
- - Del exquisito Han Li, s. XIV.
Al Yakub
“Toda la noche estuve intentando huir de la ceremonia. Me abrumaban con sus risas esos imbéciles. Tuve que festejar a la hija del alcaide, que se acaba de casar: una gordinflona que sólo piensa en comer. Las despedidas se prolongaban. Trajeron manjares nuevos y los cortesanos no cesaban de beber. No sabía cómo huir a mi casa: todo el rato intentaba recordar los magníficos versos que a la tarde había comenzado a escribir. Por fin, a riesgo de desairarlos – y sólo Alá sabe cuán irritable es el alcaide - pude partir del alcázar, a entregarme a las más elevadas tareas de la poesía.
He llegado a casa. Descansado y en silencio me he enfrentado a los tropos de mi elevada elegía.
No puedo escribir una sola línea. Me siento pesado, ahíto, torpe y obtuso. Maldita sea esa vaca”.
- - Del Viaje al país de los Garamantes, Al-Yakub, s.XVI.
Un discípulo de Omar
“Las mujeres me desprecian. Hace meses que no duermo con ninguna. Soy torpe y ciertamente tartamudeo cuando me acerco a ellas. Vivo en la pobreza y mis vestidos están raídos. He intentado seducirlas por medio de la poesía, tal como nos cuenta hacía Ibrahim Hayamm con sus célebres Rubbaiyat. Sólo Alá sabe cuán malos deben de ser mis versos“.
- - De la Antología de autores persas contemporáneos, Esmirna, 1920.
Frank Mc Calley
Poeta norteamericano. Viajó a la India, en compañía de Gregory Corso.
Su vida se mueve en torno al Greenwich Village de NY, donde publicó en colaboración con el grupo de literatos Letter & New Concept.
Fallece muy joven, en 1981. Su obra ha sido recogida en la antología de Peter Beardsley “The Tradition of the New”.
No más círculos en torno a una sombra.
Phillip ha fallecido ayer
En espiral de mierda
Y polvo acumulado en los sótanos de Waverly Place.
La sombra y la vena crecen juntas.
Las puertas, las puertas.
- - De The Beat Vision of Oriental Zen, Georgetown, 1984.
Mushio Seko
“He sido rechazado de tus salones, oh noble Yamato San. Tus servidores dijeron que no me mantenía en pie, que no podía apenas hablar y que no se entendían mis versos. En la ceremonia los monjes de tu palacio fueron recompensados con un vestido de seda cada uno y al miserable poeta Tasho le fue entregada una diadema de coral, según me han relatado luego.
No podrías al menos enviarme algo de sake, noble Yamato”.
- - Mushio Seko, s. XVII .
Noticias de Isfahan
“Esta mañana recibí el correo. Lo trajo, como siempre el torpe Mohammed al´Rabsi. Con su aliento a ajo me entregó tres misivas. La primera era de la Imprenta Real, la segunda de mi secretario en Isfahan, la tercera de Zuleima.
La primera carta me notifica que han desistido en la tarea de editar mi Diwan. Me ensalzan y halagan y aseguran no estar preparados para tan magna empresa. Sólo la mano de Ali Yusuf me había ayudado en la corte. Caído él en desgracia ahora será imposible editar mi delicada obra y mi efímero nombre desaparecerá para siempre.
En la segunda misiva B´n Jalif, mi secretario, me comunica con grandes rodeos la pérdida de una caravana a manos de unos bandidos seléucidas u osmanlíes. En ella viajaban los escasos restos de mi fortuna. Tendré que vivir en la pobreza en adelante. Por alguna razón, intuyo que B´n Jalif estaba en connivencia con los bandidos.
En la tercera Zuleima me anuncia su inmediato viaje a Córdoba. Parte junto al consejero del emir, Abd el Ifar, hombre que ha alcanzado un notable éxito en la corte. Su carta prosigue con insultos, al cabo de los cuales proclama su alegría en dejarme y me tilda de provinciano arruinado (¿cómo habrá podido enterarse?) entre otras preciosas observaciones.
Estas razones eran ya excesivas. Cualquiera de las dos primeras cartas me servía “.
- - Del Libro de suicidas y tristes, Bagdad, siglo XVI.
Tomás Cepeda
Oscuro poeta, de su vida apenas se tienen noticias. Debió de viajar en su juventud por Oriente Medio, incluida una visita a Palmira que hubo de dejarle una honda huella.
Vivió el resto de sus días y publicó su escasa obra en la ciudad de Medina del Campo, donde ocupaba un cargo de funcionario local al parecer. Muere en 1957.
Sobre la yerta llanura de Medina
Flotan distantes fantasmas,
Las termas y los capiteles rotos
Que hubiste de sorprender una mañana lluviosa
en Palmira, ciudad de los nabateos.
Aquí en Castilla se abate un sol cegador.
- - Tomás Cepeda Las ruinas de Palmira. Medina del Campo, 1954.