sábado, 1 de octubre de 2011

La Cina e vicina



La primitiva relación de las navegaciones portuguesas por la costa noratlántica del Nuevo Mundo aún no está muy bien documentada.

Leyendas y relatos confusos, tradiciones orales y periplos imaginarios se alternan en la descripción de unas tierras a las que, al norte del Virreinato de la Nueva España, cubrían la niebla y los hielos.

Una tradición oral, perdida, guarda la relación de estas primeras navegaciones. La leyenda nos habla de la sabiduría secreta de los balleneros de las Azores y de los pescadores de Madeira. Algo de la leyenda perdura en la noticia, recogida en alguna obra, que de un viaje a las islas portuguesas hubo de efectuar el futuro almirante, Cristóbal Colón. En donde se cuentan confusas noticias sobre la relación que oyera de un viejo navegante - un tal Alonso Sánchez de Huelva, según algunas fuentes. El moribundo marinero relató al genovés la deriva que, de resultas de una tempestad en el Golfo de Guinea, tuvo que arrastrar su nave hasta las costas del Caribe. Nada más se sabe del relato del enigmático informador, pero la noticia prosigue afirmando que el almirante guardó en la memoria la extraña relación que el portugués - o andaluz según otros - le reveló.

La tradición portuguesa nos habla después de la oscura sabiduría de las Azores, en donde los balleneros surcaban el Atlántico, aún designado como Mar del Norte en los mapas de la época, en azarosas navegaciones.

(Antonio Tabucchi, por ejemplo, recoge este ambiente de confidencias y relaciones orales de las islas en su excelente "Dama de Porto Pim", donde por otra parte sitúa una taberna contemporánea en la que los viajeros recalan al final de largos viajes y depositan recados y breves cartas, que el destinatario no habrá de leer sino al cabo de meses, años quizá).

Pero, más allá de anónimos balleneros o náufragos legendarios, la historia sí nos habla de las primeras travesías que, supuestamente sobre los márgenes del río Hudson o la bahía de San Lorenzo, realizó el noble portugués, nacido en Angra do Heroismo, Joao Vaz de Corte Real, hacia 1472. En sus relaciones se habla de la Terra Nova do Bacalhau- que sería Terranova según las mismas fuentes.  A su regreso Corte Real sería nombrado por el rey donatario de Angra en 1474.

Años después, en 1501, su hijo Gaspar emprendería una nueva expedición a las costas de Terranova. En su segundo viaje, un año más tarde, "se encamina hacia Groenlandia aunque no llegó a su destino ya que las corrientes le desviaron alcanzando la península del Labrador. Desde allí intentó viajar hacia las colonias lusitanas del sur, pero se perdió en la travesía. Su hermano Miguel Corte Real fue en su busca y tuvo su misma suerte".

Otra relación de la época nos cuenta que en este segundo periplo los portugueses habrían alcanzado lo que llamaron "Terra Verde" - identificada por unos como Groenlandia, por otros con las costas de Terranova o la región del Labrador - y que "los tres barcos se separaron y Gaspar fue visto dirigiéndose al sur". A partir de aquí el rastro se pierde, definitivamente.

La relación añade luego que: "dos de los barcos regresaron a Lisboa llevando 57 cautivos Beothuk - esquimales de Terranova - que fueron luego vendidos como esclavos".

Su hermano Miguel, que encabeza la navegación en su busca al año siguiente, correría la misma suerte. El tercer hermano, Vasco Anes, quiso partir igualmente en una nueva expedición, pero esta vez el rey  Manuel I se lo impidió.



Siglo y medio más tarde el reverendo John Darforth, de la comunidad puritana de Nueva Inglaterra, elabora unos gráficos que reproducen los dibujos hallados en una roca en el río Taunton, en Massachusetts, la llamada Dighton Rock. En 1690 la roca sería descrita en  "The Wonderful Works of God Conmemorated" del también reverendo Cotton Mather.

Las inscripciones en la piedra conocerían a partir de estos primeras anotaciones una interminable serie de peripecias e interpretaciones diversas. Años después, algún investigador habría querido encontrar noticias de la expedición perdida de Miguel Corte Real, hallando su firma, la cruz de la Ordem do Cristo - que portaban habitualmente las carabelas portuguesas - y una fecha, 1511.



Un fragmento de la "New England´s Ancient Misteries" del profesor Robert Ellis Cahill nos cuenta que: "Dighton Rock on the Staunton River is where, it seems, every early visitor and explorer to New England had left his mark. Cotton Mather, puritan religious leader here in 1600´s copied the inscriptions and shipped them off the Royal Society in London in hopes that they might decipher them. We´re still waiting for the answer".

La roca, primitivamente en el lecho del río y cercana a la desembocadura del mismo, parecía haber sido el lugar habitual de inscripciones de todos los navegantes, reales o imaginarios, que habían pasado antes por Nueva Inglaterra.

El doctor Ezra Stiles en 1783 -en su Election Sermon - "estaba convencido que la roca estaba cubierta con antiguos petroglifos fenicios". Otros, han querido leer inscripciones "adscritas a los escitas, fenicios o escandinavos". Según la "Ancient New England Review" la piedra estaba escrita originalmente con los petroglifos "de las tribus algonquinas", entre otras.

No fue hasta 1918 que el profesor Edmund Delabarre, de la Brown University, copió de nuevo los dibujos de la roca, que según su testimonio había estado sumergida en la corriente durante años, y a pesar de las vicisitudes del agua y la erosión, leyó, entre los raros grafismos, unas inscripciones que él atribuyó sin ningún género de dudas a la perdida expedición de Miguel Corte Real, desaparecida según las crónicas ocho años antes de la supuesta fecha de 1511.

Esta información se contradice con otra anterior según la cual, el "decimonónico violinista Ole Bull" habría sugerido la adquisición de la piedra para la Royal Society de Copenhague, debido a las "inscripciones rúnicas" que se advertían en la misma. Los profesores de la Sociedad Danesa rechazaron de pleno la atribución, con lo que la roca - que pesa unas 40 toneladas - fue donada a la Old Colony Historical Society of Taunton, la cual la cedió posteriormente a la Comunidad de Massachusetts.

Años más tarde, ésta, entre otras informaciones, permiten al doctor luso Manuel Luciano da Silva, residente en Rhode Island, elaborar su teoría acerca de la original primacía portuguesa en el descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo, frente a la creencia habitual de la españolidad de la misma.




A lo largo de varias obras escritas -la difundida "Portuguese Pilgrims and Dighton Rock"- y más de trescientas conferencias a lo largo y ancho de los USA y Portugal, el doctor da Silva defiende su teoría de un original descubrimiento portugués de América, realizado según el mismo "no más tarde del 22 de agosto de 1424". Para ello, además de las inscripciones de la agitada roca de Dighton, nos habla del célebre mapa de Zuzane Pizzigano, de 1424, en el que se advierten, según el galeno, la presencia de islas del Caribe y tierras similares al oeste del océano.

Por si no bastara con ello, el Doctor da Silva recoge "una pieza final de evidencia presentada en la lista de 92 nombres compilados por el Reverendo canadiense Mr. George Patterson. Allí se establece que 92 nombres de lugares y personas en Canadá datan de antiguos orígenes portugueses. Ejemplos son: bacalhao, fogo, minas, Ilha das Gamas, Portugal, Porto Novo, etc.".

Recientemente el doctor da Silva ha tenido que sostener una encendida polémica con Gavin Menzies, autor de un "The discovery of America by the Chineses in 1421", editado en 2002, en la que tuvo que refutar una a una las afirmaciones del portugués sobre una pretendida prioridad en el descubrimiento de las costas americanas por parte de la flota china del almirante Zheng He. El cual, de acuerdo a éste, "habría partido del puerto de Tanggu el 5 de marzo de 1421". Menzies defendía en su libro asimismo la presencia de caracteres chinos en la citada Roca de Dighton. Nada de lo que el divulgador americano afirmaba allí se sostenía, según da Silva, comenzando porque según el doctor la flota de Zheng nunca habría traspasado el Cabo de Buena Esperanza, el autor del libelo ni siquiera había visto en persona la célebre roca de Dighton, y la presencia de ideogramas chinos en ella era pura fantasía. La polémica fue recogida extensamente por el periodista Joao Saramago en el Correio da Manha de Lisboa en la edición del 30 de junio del 2004.

En el Correio una biografía autorizada del doctor portugués nos informa que Manuel Luciano da Silva "está casado, tiene dos hijos y cuatro nietos. Nació el 5 de septiembre de 1926, en la villa de Caviao, Vale do Cambra. En 1948 entró en la Universidad de New York y obtuvo la graduación en Biología en 1952 (...)". Habría obtenido con posterioridad diversos grados y reconocimientos en su Portugal natal.

Por otra parte, la roca de Dighton se encuentra hoy en día ubicada en un pequeño museo, el "Dighton Rock Park Museum", perteneciente en la actualidad al municipio de Berkeley. Un discreto pabellón, cercano al río, guarda ésta. En el exterior unas cartelas sobre pedestales de madera informan al visitante de la historia de la piedra y de los confusos petroglifos inscritos en ella. En invierno son frecuentes las nevadas en la zona, por lo que las guías recomiendan visitar el museo pasado el mes de marzo.




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