martes, 22 de febrero de 2011

El instante después. II



La nieve cae sobre Irlanda. Cae silenciosa, continuamente. "Los periódicos estaban en lo cierto: nevaba en toda Irlanda. Caía nieve en cada zona de la oscura planicie central y en las colinas calvas, caía suave sobre el mégano de Allen y, más al Oeste, suave caía sobre las sombrías, sediciosas aguas de Shannon. Caía así en todo el desolado cementerio de la loma donde yacía Michael Fury, muerto. Reposaba, espesa, al azar, sobre una cruz corva y sobre una losa, sobre las lanzas de la cancela y sobre las espinas yermas. Su alma caía lenta en la duermevela al oír caer la nieve leve sobre el universo y caer leve la nieve, como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos."

En el conocido relato de Joyce, titulado "The Dead" - del "Dubliners" de 1914 - la mayor parte de la narración se ha desarrollado en el moderno escenario de la banalidad. Se relata una fiesta en la ciudad de Dublin. Los personajes hablan, ríen, se emborrachan. Comentan los acontecimientos cotidianos o revelan sus también cotidianas frustraciones...  Espacio de la denotación, la literatura, durante la mayor parte del relato se adscribe a esa función denotativa del lenguaje, en el cual éste cumple la función de dar cuenta de lo "real". Esto es, de su caos, de su confusión. A nada dirige la sucesión de los acontecimientos. Ningún lugar definido dibuja el mero acontecer. Sino es quizá a la formación de un repertorio, una lista de acontecimientos - característica de un realismo radical en el que nada excede de la mera suma de objetos. De sucesos. Sin que ninguna jerarquía, ningún orden de trascendencia sea capaz de dar cuenta de nada que no sea su lisa acumulación, su atroz indiferencia.

Nada pertenece a lo que podríamos llamar el espacio real del "sentido": no hay ninguna revelación. No hay ninguna dirección - en la acepción literal de "sentido". Ninguna frase en el relato, ningún gesto concluyen nada más allá del terreno de la pura banalidad - ese espacio insensato, gris, que constituye tantas veces el territorio de la narración contemporánea... Sólo al final, en un "crescendo" magnífico, asistimos de pronto a la revelación. De la tristeza del protagonista, del silencio, del equívoco continuado en que su vida, como las demás, consiste... Hay una historia amorosa, remota, desdichada en la vida de su mujer. El pasado retorna y, con él, el sentido del presente.  La revelación concluye con la descripción de la nieve sobre Irlanda. Puro sentido, pura intensidad, por fin, esta intensidad es la del silencio, finalmente. Y en cierto modo queda así, finalmente, innombrada, silenciosa a lo último. Se funde con él, con la caída de la nieve, lenta y silenciosa.

"leve sobre el universo, (...) como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos"

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