El principal árbol chino de la Antigüedad, como todo el mundo recuerda, fue el árbol de la seda. Los chinos, los "seres" en la terminología del Imperio Romano, eran los poseedores de este raro espécimen, cuya principal utilidad era, precisamente, la de la producción de la seda.
Estudios posteriores relegaron al "albrizia julibrissi" a la condición de leyenda, como tantas que circulaban sobre el mítico tejido, cuya producción durante siglos fue poseída exclusivamente por el Celeste Imperio y por el misterio, a partes iguales. Que fueran unos monjes nestorianos los que, escondidos en sus bastones de bambú y a riesgo de sus vidas, introdujeran por primera vez en Occidente - en concreto en el puerto de Constantinopla, desde la ruta de Trebizon - los gusanos de seda, y a partir de ahí comenzara la producción de la mítica tela en el Mediterráneo, se consideró como la demostración definitiva de la falacia del árbol sedoso, abandonada ya para siempre en el repertorio de fantasías orientales, junto con la descripción de los esciápodos, los cíclopes, los faquires o el ave Roc.
En 1859 el coronel Piotr Ivanovich Kafarov publicó, sin embargo, un curioso documento, de fecha imprecisa, pero en cualquier caso anterior al siglo V, en el que Li Tai Pei, escribano de la corte en Xian, describía exactamente una plantación de árboles de la seda.
"en el exterior del palacio del Emperador Amarillo, de cuyas ramas tejen los artesanos los preciosos hilos".
Años más tarde, en la Segunda Guerra del Opio, el profesor Otto Frankel, sinólogo reconocido, publicaba una descripción aún más remota, - siglo II a.C. - en donde el jardín de la emperatriz Wu Zetian "está adornado con ramas de serum de acuerdo a su imperial condición".
¿Leyenda? ¿Falsificación? En 1930 el historiador Edward H. Schafer defiende - en su "Enciclopedia de los imperios Tang" - la teoría de que la seda imperial se extrajera en efecto de las ramas de la albrizia julibrissi , relegando la producción de los gusanos a las sedas inferiores. La primera era reservada exclusivamente a los usos de la corte, y ningún viajero occidental tuvo nunca acceso a ella.
Siglos más tarde, las invasiones mogolas acabaron definitivamente con el cultivo del legendario árbol, que se extingue para pasar al repertorio de leyendas orientales.
Notas
1. El nombre está tomado del italiano Filippo del Albizzi, siglo XVIII. El adjetivo julibrissi es una corrupción del farsi original, como es evidente.
2. John de Mandeville Libro de las maravillas del mundo Lieja, 1352.
3. Piotr Ivanovich Kafarov The cyirillization of chinese Moscow, 1859.
4. Otto Frankel Das Reich der Han III, Leipzig, 1890.
5. Edward H. Schafer Ancient Tang Empires Enciclopedy vol. XIX, Georgetown, 1930.
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